lunes, 3 de enero de 2011

FOBIAS ALIMENTARIAS

FobiaTodos en determinado momento hemos sentido cierta repulsión por algún alimento, ya sea porque pensamos que no nos agradará su sabor o porque lo asociamos con alguna vivencia desagradable. Sin embargo, normalmente estas sensaciones son controlables; a diferencia de las experiencias que vivencian las personas que padecen alguna fobia alimentaria.
Las fobias alimentarias se relacionan con un rechazo irracional y compulsivo hacia algún alimento, que provoca estados de ansiedad en la persona que la padece, acompañada de un miedo intenso y un rechazo irracional que le imposibilita probar el plato. En muchas ocasiones, las personas que padecen de una fobia alimentaria experimentan sensaciones de peligro y pasan por circunstancias realmente desagradables cuando se encuentran ante el alimento rechazado.
Entre las fobias alimentarias más comunes encontramos la neofobia, que no es sino la fobia a probar nuevos alimentos. La neofobia se genera esencialmente cuando somos niños (entre los cuatro y los siete años) o adolescentes, aunque también puede presentarse en personas adultas, si bien los casos son menos comunes.
Se considera que la neofobia se produce generalmente en personas que poseen una dieta alimenticia monótona y desequilibrada debido al número reducido de alimentos que consumen, por lo cual se les dificulta aceptar nuevos alimentos en su dieta cotidiana. No obstante, también se maneja la teoría de que la neofobia posea un sustento genético, pues en muchos de estos casos alguno de los progenitores padeció  la fobia con anterioridad.
Otra de las fobias alimentarias más conocidas y también más difundida es la fagofobia, que sería el miedo a ingerir los alimentos. La fagofobia indica el rechazo a tragar los alimentos por el temor a ahogarse o asfixiarse con ellos debido, generalmente, a experiencias anteriores similares que han resultado extremadamente desagradables.
Debe destacarse que en una gran mayoría los casos de fobias alimentarias se solucionan en un período de seis meses, si bien en muchas ocasiones persiste el hábito de mantener una dieta poco variada y no equilibrada.
El tratamiento de estas fobias alimentarias debe ser dirigido por un psicólogo y se orienta esencialmente a una habituación paulatina de la persona afectada con los alimentos que rechaza, de manera que comience progresivamente a incorporarlos en su dieta cotidiana.

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